Columna: Sociedad Rural Argentina, Alianza Por el Clima y la ONU

Tras lo ocurrido las ultimas semanas en La Rural de Palermo, donde la Alianza por el clima, una coalición de jóvenes con mas de 40 organizaciones socioambientales que luchan por superar la crisis climática y ecológica, se presentaron para manifestarse y leerle a todos una carta abierta que le habían enviado al presidente de la sociedad rural días atrás, donde pedían el reemplazo del consumo de carne por alimentos vegetales. El día de ayer, la ONU difundió un informe del panel intergubernamental de expertos sobre el cambio climático, donde hablan sobre la injerencia que tiene nuestra alimentación sobre el cambio climático que estamos padeciendo actualmente. 

Frente a todo esto, es momento de ponernos a analizar cómo afecta nuestro consumo no solo alimenticio si no de plásticos, sobre el ambiente y el cambio climático que está ocurriendo.

Esta lucha por el consumo y la liberación animal es un asunto feminista, aunque se vean como luchas diferentes, son un mismo conjunto, por lo que la interseccionalidad debe incluir a todos los grupos oprimidos, siendo que el lenguaje que rodea a los animales no humanos hace uso constante de una jerarquía moral que supone que algunos cuerpos valen más que otros, sugiriendo que la situación de ciertos grupos es mas importante o significativa. La realidad es que las personas de color, las mujeres, personas con discapacidad, la comunidad LGTBIQA+, Etc. La pasan mal y los animales también, especialmente aquellos considerados útiles hasta que son consumidos como carne o lácteos. Todas estas esferas de opresión son productos del mismo sistema, sostenido en una supremacía blanca, especista y patriarcal. Decir que alguno de estos grupos es “mejor tratado” que otros significa ignorar completamente las formas en que las opresiones están entrelazadas e incluso dependen una de las otras.

La violencia domestica también lastima a los animales, ya que el maltrato animal es uno de los cuatro indicadores que usan agencias como el FBI para detectar conductas violentas, hay una relación bastante clara entre maltratar animales no humanos y maltratar humanos.

Los animales son usados para normalizar la cultura de violación, por lo que las hembras son sometidas a una vida entera de violaciones, embarazos y robo de sus crías. Cuando pierden su capacidad reproductiva son asesinadas. Las hembras siguen el mismo camino que sus madres, mientras que los machos son asesinados por “carne”. En cualquier caso, se termina en muerte.

Como feministas, consumir cuerpos de animales no humanos explotados y torturados mientras luchamos contra la cultura de la violación, suena como algo digno de investigación. 

Nuestra sociedad nos miente sobre los animales, existen discursos en los espacios consumistas de animales que naturalizan horribles sistemas de opresión. Discursos que nos hacen sentir comodxs con conductas problemáticas. Nos permiten desviar la responsabilidad sobre decisiones que tenemos que poder tomar. Las personas dicen que “No podrían dejar la carne”, “Nunca podrían ser veganx, amo demasiado el queso”, “los animales están para nuestro consumo”; mientras que el queso y las hamburguesas pueden saber bien, este discurso nos aleja de la realidad sistemática en la que los animales son torturado, asesinados y violados para que nosotrxs podamos satisfacer nuestras adicciones y gustos.

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