Las tendencias con las joyas minimalistas tienen una historia de amor mucho más duradera de lo que podemos imaginar, sus inicios encajan perfectamente en esa narrativa del flechazo imperioso, del surgimiento que lo cambió todo anteriormente. El universo joyero tenía la tendencia de hacer formas mas o menos tradicionales que parecían sublimes por y para esas descendencias anteriores que vinculaban las joyas a momentos especiales; no era por el propio instante y el deseo de la compra, sino porque las joyas parecían únicamente usarse para hacer acto de presencia en eventos, fiestas, u ocasiones marcadas en el calendario. De todos modos, a medida que la generación millennial iba creciendo, las firmas pusieron el foco de atención en ella adaptando sus contenidos y creaciones a los nuevos parámetros de nuevos gustos de un grupo que, valoraba las sencillez y la atemporalidad otorgándole una vinculación emocional y versatilidad. Una serie de conceptos que si bien ya estaban mas o menos afianzados al presente de la joyería, todavía no había adquirido su forma definitiva con un diseño base de siluetas limpias, acentos de color controlados y líneas finas que pudiesen ser utilizadas también en el día a día, logrando así un look tanto fresco, como elegante y contemporáneo.
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