El desfile de Fendi que parecía sacado de una fiesta de la aristocracia de las primeras décadas de 1900. Entre tonos pastel, fluidez y brillos, Kim Jones consigue trasladarnos a un lugar de en sueño.
Nos presenta treinta y nueve looks a los que no se les puede poner ni una pega y entre los cuales no sabría con cuál quedarme. Treinta y nueve looks compuestos de vestidos entre los que nos encontramos con un estilo lencero y sexy. Los drapeados anudados al cuerpo dan una sensación escultural. Tejidos sedosos y plisados, lentejuelas, transparencias, flores de encaje y pedrería. Las mangas con “alas”, las faldas cruzadas qué se pueden usar como estolas y los abrigos con forros de lentejuelas. Todo esto con unos mini bolsos y guantes hasta el codo para rematar y cerrar este círculo perfecto que ha sido la colección.





“Esta temporada quería concentrarme en las técnicas y la artesanía de la alta costura, con la ligereza, la fluidez y la actitud de hoy. Es una celebración de los talleres y los artesanos que realizan estas prendas, el intenso trabajo y el compromiso emocional con cada pieza que existe tanto para el fabricante como para el usuario, y cómo las tradiciones íntimas de la alta costura están vivas y respirando. La colección es un mundo interior convertido en uno externo, tanto en sentido figurado como literal, con una sensación de ropa interior que se convierte en ropa de noche”, dice Jones.




