Esta columna va dirigida a esos amigos que son familia, que son maestros, que nutren para crecer y te apoyan para ser cada día mejor.
Los que con risas y charlas serias te aconsejan por tu bien y te impulsan a seguir tus sueños. Aunque creamos lo contrario, los amigos son para siempre. No solo el lapso de tiempo, ni los mensajes a diario, ni los encuentros semanales. Porque nunca vas a olvidar los momentos vividos, las experiencias adquiridas, y la cantidad de risas acumuladas.
A veces los caminos se dividen, se pierden o simplemente se cortan como en un callejón sin salida, pero todo lo aprendido te queda para siempre como un archivo con nombre y apellido. Vas a recorrer lugares, reconocer sabores o escuchar sonidos que te transportaran, con una sonrisa, a viejos tiempos. Donde sentiste amor verdadero, del bueno, del que no tiene celos, ni planteos, ni exigencias.
Amor del puro. Como colores, amigos. Como matices, experiencias. Y como música, recuerdos.
Agradecer a esas personas que cada día eligen estar, y por los que un día se fueron dejando una marca en tu vida.
Como la energía, el amor, no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y esta vez, se transforma en parte de tu historia.
